La transformación de México 

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La mar es un espejo de los pueblos que la navegan. En sus olas se reflejan la historia, el anhelo de desarrollo y la búsqueda de sentido.

 

La talasocracia —de thalassa (mar) y kratos (poder) —, nacida en las costas de Creta con la civilización minoica, fue el primer intento humano de ordenar el horizonte azul. Los minoicos comprendieron que la mar no era solo un abismo, sino un vínculo entre islas, culturas, intereses y destinos. En el control de las rutas marítimas se esbozó una lección perdurable: quien domina los mares escribe la historia.

 

Atenas, Venecia, los Países Bajos, Gran Bretaña y Estados Unidos lo demostraron al construir relatos de hegemonía sobre los océanos. Para los atenienses, el poder marítimo simbolizó el triunfo de la democracia; para los venecianos, un pacto comercial que conectaba las riquezas del mundo; para los neerlandeses, el arte de la navegación y el control de rutas mercantiles; para los británicos, el pilar de un imperio donde nunca se ponía el Sol; y, para los estadounidenses, el símbolo del destino manifiesto y un recordatorio de su preeminencia.

 

En Mesoamérica, las tradiciones prehispánicas entrelazaron el agua y la cosmovisión de sus pueblos. Para los mexicas, el altépetl —montaña y agua— simbolizaba la dualidad entre tierra y agua como sustento vital. Tenochtitlán, erigida en el lago de Texcoco, destacó por su adaptación ecológica mediante chinampas y canales, optimizando el uso sostenible del agua. Los mayas, rodeados de playas, cenotes y ríos, desarrollaron una cultura náutica avanzada, usando canoas para comercio y rituales que vinculaban ciudades como Tulum y Chichén Itzá con rutas del Caribe.

 

Durante la época virreinal, los puertos de Veracruz y Acapulco no solo conectaron Nueva España con Sudamérica, Europa y Asia, sino que crearon un espacio de intercambio cultural y comercial sin precedentes. Por la mar llegaron productos, ideas y personas que transformaron el tejido social, desde la introducción de nuevas tecnologías hasta la fusión de tradiciones artísticas.

 

México, históricamente ligado al mar como puente y motor de desarrollo, posee un legado invaluable para consolidarse como una potencia marítima emergente.

 

El estratega naval estadounidense Alfred T. Mahan afirmó que el poder marítimo

 

descansa en la geografía, los puertos y las flotas mercante y naval. La ubicación bioceánica de México, su extenso litoral, los puertos clave conectados por el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, su creciente industria naval y los vastos recursos naturales marinos, junto con la tenacidad y creatividad de su gente, posicionan al país como un actor marítimo relevante en la dinámica global.

 

Si despertamos nuestra conciencia marítima y reconocemos la mar como una extensión de nuestra identidad, como un puente y sustento, podremos transformarla en una fuente de bienestar, desarrollo y esperanza para un México que, al igual que sus olas, se reinventa constantemente.

 

Con una política nacional clara y un plan estratégico incluyente, es posible fortalecer nuestro potencial marítimo, convirtiendo costas y océanos en pilares de prosperidad y justicia social.

 

Por ello, México cuenta con una Política Nacional Marítima, la brújula que guía la transformación hacia una verdadera nación marítima. Esta política define los Intereses Marítimos Nacionales, que incluyen: la seguridad marítima, el Sistema Portuario Nacional, la protección marítima y portuaria, la cultura marítima, la industria naval, los recursos naturales marinos, el comercio marítimo, la Marina Mercante, el medio ambiente marino y el turismo náutico, todos integrados en un enfoque de desarrollo sostenible.

 

La transformación hacia una nación marítima solo será posible con el apoyo y participación del Pueblo de México. Con esta visión, el pasado 13 de enero, en el Museo Naval México de la ciudad y puerto de Veracruz, la MARINA llevó a cabo el Foro de Participación Ciudadana del Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030.

 

Este evento fue un ejercicio democrático sin precedentes, donde se abrieron mesas de diálogo para recoger las propuestas de todos los sectores de la sociedad, con el objetivo de fortalecer los Intereses Marítimos Nacionales, promoviendo una economía moral y la innovación pública para el desarrollo tecnológico del país.

 

El futuro de México está ligado a la mar, no como un límite, sino como un horizonte de oportunidades. Juntos, planeando y construyendo, haremos de nuestras aguas un reflejo de la nación que aspiramos a ser.

 

Fuente : Milenio

https://www.milenio.com/opinion/capitan-ali-barcelata-luna/columna-invitada/la-transformacion-de-mexico-hacia-una-nacion-maritima