Así opera la rapiña en las Plataformas de Pemex frente a los ojos de la Marina

Son
apenas un puñado de piratas, hombres que aguardan a un asalto, arropados por la
noche, transportados en sencillas lanchas de pescador. Están armados con
fusiles automáticos y machetes. Con sigilo, se comunican lanzando
destellos con sus lámparas. Cuando llega la hora del ataque —y sorteando el
oleaje del océano—, enganchan sus lianas “tarzaneras” a las plataformas de
Petróleos Mexicanos (Pemex). Escalan en las penumbras. Y ejecutan el golpe.
Una investigación
de EL CEO revela que esta escena se ha repetido al menos 149
veces entre 2019 y septiembre de 2024. Todo a pesar de los patrullajes y
vigilancia del personal de Seguridad Física de Pemex y los más de 100
elementos de la Marina que, en conjunto, custodian 115
plataformas petroleras ubicadas en el Golfo de México, según documentos
internos de la empresa del Estado y testimonios de empleados y extrabajadores.
Apenas el 14 de febrero
pasado, ocho piratas asaltaron la plataforma Zaap-D en el yacimiento
de Ku Maloob Zaap, en la Bahía de Campeche. Durante el atraco, sometieron,
amenazaron y golpearon a trabajadores de Pemex.
La amenaza pirata
Pero el asalto Zaap-D
no es el único caso. El pillaje a las instalaciones marítimas de Pemex se
ha vuelto sistemático entre diversas plataformas del Litoral de Tabasco,
Cantarell, Abjatun-Pol-Chuc, Ku Maloob Zaap, donde se concentra la mayor
producción de crudo en el país. Ahí yace el preciado botín de los modernos
piratas mexicanos: bombas hidroneumáticas de la marca Haskel, trajes para
respiración autónoma, cables, entre otros aparatos para la producción de
hidrocarburos.
Por su parte, Pemex
refiere que los artículos robados de sus instalaciones terminan en el
mercado negro; inclusive, algunos se llegan a ofertar dentro de la
plataforma Mercado Libre. Mientras fuentes consultadas por EL CEO también
explican que el destino final de esos artículos son empresas proveedoras o
incluso la industria venezolana.
La vulnerabilidad de
las plataformas petroleras, por otra parte, ha creado dos perfiles de piratas
del Golfo de México, según documentos internos de Pemex y trabajadores
entrevistados: personas locales que se suman al pillaje por oportunidad;
también hombres vestidos de negro, con adiestramiento tipo militar y
capacitación para desmontar piezas importantes de los centros de control de los
pozos.
Si bien, los documentos
de la petrolera advierten colusión por parte de personal de Pemex con estos
piratas, es diferente a la operación de huachicoleros de altamar, quienes
tienen una estructura mucho más compleja y participan grupos del crimen
organizado, y cuentan con navieras, distribuidoras, factureras, flota de
barcos y hasta cuentas bancarias en el extranjero.
La custodia de Pemex en
el mar
‘Eduardo’, un
trabajador de Pemex —cuyo nombre ha sido cambiado por temor a represalias—,
dice en entrevista que los piratas actúan de forma rápida aprovechando que el
personal de seguridad y los marinos están lejos de las plataformas donde
realizan el atraco.
El tiempo de respuesta
es tardío. ¡Vaya! Un robo tarda cinco o 10 minutos. (Los piratas) suben rápido
y se llevan lo más accesible y se van; en lo que el personal da aviso a las
autoridades y se desplaza la Marina, pues ya es demasiado tarde
narra ‘Eduardo’.
Entre 2018 y 2019,
Pemex solo contaba con 79 agentes de Seguridad Física de la Subdirección
de Salvaguardia Estratégica, a cuya unidad se sumaron 32 elementos de
Infantería de Marina. En total 111 efectivos para patrullaje y vigilancia en
las zonas estratégicas en altamar.
Pero la participación
de la Marina en estas tareas —incluso publicitadas por el expresidente Andrés
Manuel López Obrador— ha resultado insuficiente. La unidad debe
resguardar miles de hectáreas de océano; sus fuerzas suelen quedar
aisladas por distancia y capacidad de respuesta; además por protocolo —a fin de
evitar una explosión— únicamente puede responder con balas de goma a los
piratas que llevan fusiles de asalto.
Los piratas han atacado
principalmente plataformas satélites, que en muchas ocasiones suelen estar
solas por varios días. Por esa razón nadie se da cuenta del hurto al instante,
sino que se detecta cuando los sistemas advierten bajas de presión o los
trabajadores llegan a la instalación para labores de rutina.
En otros casos, el
personal activó el protocolo de seguridad al detectar la presencia de lanchas,
pero la Marina o los agentes de Seguridad Física no podían atender el llamado
de emergencia porque no había condiciones para que despegara su
helicóptero.
Una respuesta tardía
El abogado Luis Pérez
trabajó como administrador de plataformas de Pemex durante 10 años. Explica en
entrevista que si bien existe un helicóptero asignado a alguna plataforma con
el fin de llegar rápido, no siempre acuden con la misma velocidad con la
que actúan los piratas.
Si (el atraco se da en)
una plataforma satélite, es difícil llegar rápido porque esas plataformas están
fuera de los complejos, están alejadas, tienen poca iluminación, y no hay
personal más que la gente que resguarda el pozo. Entonces es ahí cuando no
tienen forma de ir, y los piratas suben y desmantelan o roban dice Pérez.
Para combatir la
piratería de altamar, Pemex realizó un nuevo convenio con la Secretaría de
Marina entre 2019 y 2024; pero la situación no cambió mucho. Los anexos de
este acuerdo, en poder de EL CEO, refieren que solo 94 marinos
custodiarán las plataformas en 11 zonas marinas distribuidas en el Golfo
de México, dedicadas a la exploración y perforación de pozos petroleros.
Las bitácoras refieren
que en ese lapso hubo casos donde el personal de Pemex alertó sobre la
presencia de piratas en plataformas satélite, pero cuando llegó la
aeronave de patrullaje, los ladrones habían escapado con el botín.
Quiénes son estos
piratas
Durante la noche del 29
de abril de 2019, cuatro figuras emergieron entre las sombras del mar,
desplazándose con rapidez en dos lanchas ribereñas. Su objetivo era claro:
abordar la plataforma Abkatún-D en el Golfo de México, según documentos de
Pemex filtrados en Guacamaya Leaks consultados por EL CEO.
Pero una célula de
seguridad de la Secretaría de Marina arruinó sus planes. Al verse
descubiertos, los piratas se lanzaron al mar. Solo uno no logró
huir: Cecilio “D”, de 29 años, quien quedó oculto entre el rack de
líneas en la zona de perforación.
La detención de Cecilio
“D” desveló a las autoridades el perfil de los modernos piratas que operan en
el Golfo de México. Pemex ha detectado dos tipos: por un lado están los
lancheros locales cuyo jornal diario, según la petrolera, es de 500 pesos,
y realizan esta actividad ilegal por una suerte de oportunidad.
Estos piratas incluso
actúan de forma improvisada. Luis Pérez, quien fue administrador de algunas
plataformas, recuerda que en una ocasión descubrieron a un pirata porque, si
bien, tenía un overol amarillo con el logotipo de Pemex, también calzaba
chanclas, algo impensable en un área industrial.
Por otro lado, existen
grupos de piratas que visten de negro y se cubren el rostro. Y a
diferencia de aquellos piratas improvisados, estos operan con mayor violencia y
precisión.
Según la fuente
consultada por EL CEO, su rasgo más distintivo es la voz de mando con
la que coordinan sus ataques, reflejo de un entrenamiento estructurado y una
cadena de comando bien establecida. También se detecta que abren fuego al aire
para intimidar al personal.
El pillaje
sistematizado
El botín de estos dos
perfiles de piratas no es aleatorio: buscan equipos de alto valor para la industria
petrolera, como los ERA (equipos de respiración autónoma), bombas Haskel,
transmisores de presión y cableado especializado.
El modus operandi sigue
un patrón bien definido: las incursiones suelen realizarse de noche, después de
las 17:00 horas, cuando la actividad en las plataformas disminuye.
Se trasladan en
embarcaciones ribereñas de alta velocidad, con motores modificados y reforzadas
para aguantar más peso de lo usual. Van en grupos de tres lanchas y se
comunican entre sí con señales de lámparas, como si se tratara de un telégrafo
óptico.
Para abordar las
estructuras, emplean ganchos con cuerda con nudos, conocidos como
“tarzaneras“, que les permiten trepar en cuestión de minutos.
Señal de alerta
Ante el avistamiento de
estas lanchas, el personal de las plataformas debe alertar, pero al mismo
tiempo realizan maniobras para ahuyentar a los piratas: se les advierte
mediante bocinas que la Marina está por llegar.
En caso de abordaje de
piratas, el protocolo es claro: el personal debe resguardarse en los
llamados “cuartos de pánico” o en la zona del helipuerto. Estos espacios,
detallan trabajadores entrevistados, suelen ser salas de control en plataformas
satélites, estructuras de apenas dos niveles donde se monitorean los pozos y se
mantiene la comunicación con la plataforma central.
Es en este punto del
atraco, en el que la diferencia entre los distintos tipos de piratas se
vuelve crucial, como quedó evidenciado en el caso de Cecilio “D”. Cuando los
atacantes son piratas de oportunidad, el riesgo de una tragedia es aún mayor: a
diferencia de los más experimentados, estos carecen de conocimientos
técnicos y suelen actuar de manera imprudente.
Un pillaje de riesgo
Un testimonio recabado
por EL CEO relata el caso de un pirata que intentó cortar un cable de
cobre sin percatarse del alto voltaje (4,160 V). La descarga fue letal: su
cuerpo quedó reducido a apenas 60 centímetros.
El extrabajador Luis
Pérez cuenta que esto ha ocurrido en otras ocasiones, y esos fallos eléctricos
generan arcos de luz en las plataformas, que se pueden observar a kilómetros de
distancia.
También hay casos donde
los asaltantes, al verse acorralados saltan al mar, y muchos de ellos
pierden la vida.
Un pirata saltó desde
una altura de aproximadamente 40 metros con las manos esposadas y jamás lo
encontraron
relató un
trabajador en entrevista.
Por el contrario, los
piratas con formación militar ejecutan sus escapes con precisión. Entran
al agua como clavadistas profesionales, se sumergen y llegan a sus lanchas para
huir, pues no siempre hay patrullaje acuático. Empleados de las plataformas
dijeron a EL CEO que antes de huir, los asaltantes deshabilitan los
sistemas de comunicación y radio, retrasando la activación de la alerta de
seguridad.
Las piezas en el
mercado negro
El saqueo de plataformas
petroleras en el Golfo de México es una operación bien estructurada que
involucra complicidades dentro de la industria y el mercado negro. En el centro
de este universo, se encuentran las bombas Haskel, dispositivos esenciales
para la operación de los pozos marinos.
Según documentos
internos de Pemex obtenidos por EL CEO a través de Guacamaya
Leaks, la petrolera ha identificado algunas hipótesis sobre el destino de estos
equipos robados, de las cuales dos resultan las más verosímiles:
El primero es la venta
en el mercado negro local. Los delincuentes, muchos de los cuales se hacen
pasar por pescadores, sustraen las bombas de las plataformas marinas y las
venden a intermediarios por un precio que oscila entre 5,000 y 10,000 pesos.
Posteriormente, estos
compradores las revenden en plataformas electrónicas de comercio como Mercado
Libre o Segunda Mano, donde su valor aumenta hasta 20,000 pesos, dependiendo de
su estado. Para los delincuentes, la ganancia es significativa, considerando
que su ingreso diario difícilmente supera los 500 pesos.
Proveedores en la mira
de Pemex
El segundo escenario es
la colusión entre proveedores. Aquí el gobierno federal tiene sospechas de que
algunas empresas contratistas, dedicadas a la venta, mantenimiento y
refaccionamiento de bombas Haskel para Pemex, operan los robos en
complicidad con trabajadores desleales a la industria.
El objetivo, sostiene
el documento, sería crear la necesidad artificial de suscribir nuevos
contratos con la petrolera. Dicha hipótesis cobra fuerza al revelarse que 14
compañías han obtenido contratos con Pemex para el suministro y reparación de
estos dispositivos.
Los trabajadores de
Pemex señalan que los equipos robados no se venden a cualquier comprador;
requieren conexiones en la industria para poder ser revendidos. En pocas
palabras, hay colusión con funcionarios de la empresa. Y es que el nivel de
precisión con el que estos piratas atacan sugiere que cuentan con información
privilegiada sobre la ubicación y el valor de los equipos.
Pérdidas para Pemex
El saqueo de
plataformas petroleras no solo representa una vulnerabilidad en términos
de seguridad, sino que también ha generado pérdidas económicas
significativas para Pemex.
Según datos publicados
en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), entre 2019 y 2024, el
quebranto por el robo de equipos en instalaciones marinas asciende a 258.39
millones de pesos.
El año más crítico para
la petrolera estatal fue 2019 —el primero de la administración del expresidente
Andrés Manuel López Obrador— cuando las incursiones piratas
representaron un impacto de 138 millones de pesos. Cifra que casi triplica la
de cualquier otro año del sexenio.
En 2020, el daño
económico se redujo a 61.4 millones de pesos, mientras que en 2021 descendió a
29.06 millones.
A partir de 2022, la tendencia a la baja continuó: ese año se registraron
pérdidas por 20.14 millones de pesos, en 2023 la cifra cayó a 5.04
millones. Y al cierre de 2024, el monto ascendió a 3.85 millones de pesos.
Los daños de esta
rapiña en altamar también ocasionan cierres de operaciones de los pozos o
la falta de protección para los trabajadores en caso de una fuga. También
genera una “producción diferida”, la cual impacta al plan de negocios de
Pemex, que continúa operando en números rojos.
Piratas libres
En 2019, Pemex
solo había denunciado ante el Ministerio Público el 37% de hurtos de bombas
Haskel. Es decir, la mayoría de ese pillaje quedó solo en reportes internos.
A esto se suma que en
ocasiones algunos presuntos piratas quedan en libertad por falta de
pruebas, pues fuentes consultadas afirman que cuando se ven atrapados, éstos
arrojan los artículos robados al mar y se hacen pasar como pescadores que
naufragaron.
Y aunque desde 2019 la
Subsecretaría de Salvaguardia Estratégica en Pemex ha pedido a la
Sedena realizar trabajos de inteligencia para reducir esta piratería, por lo
menos hasta 2022 nunca se realizó, pues los trabajos de seguimiento se
centraron solamente en los huachicoleros en altamar.
Todo esto sucede en uno
de los momentos más complicados para Pemex, cuya deuda bruta al tercer
trimestre de 2024 fue de 1.91 billones de pesos. Y donde los piratas son
uno —de tantos problemas— que enfrenta el sector energético nacional. Cuyo
impacto no solo afecta a la petrolera estatal, sino que es pagado con el bolsillo
de todos los mexicanos.
Fuente: El CEO
https://elceo.com/investigaciones-especiales/asi-opera-la-rapina-en-las-plataformas-de-pemex-frente-a-los-ojos-de-la-marina/